Cuatro días en Helsinki
- Emma Castillo Montemayor
- 12 oct 2017
- 2 Min. de lectura
sabes esa sensación de respirar aire fresco y puro que te llena los pulmones de claridad, pues eso pasó en una gran ciudad. esa sensación que te dice que vienes de otro planeta y has encontrado tu casa, pues bueno, no era mi casa, pero he encontrado una parte de mi que sí había estado viviendo ahí mucho tiempo. cuando recibes la energía que pedías. buscando y haciendo el camino más fácil. pelos de colores, mucho arte, mucho rubio, caras maquilladas como puertas y borrachos como pan de cada día. Antros, grandes centros comerciales, una ciudad de lo más pintoresca que tardó cuatro días en llenarme de vida y energía. Cuándo una gran ciudad había tenido tanta personalidad, Helsinki es toda la vida que escasea en el resto del país, es la concentración de personas que no ves en todo el año. Me gusta, me gusta. Me gustó como turista, pero solo eso. No es una ciudad en la que viviría, nunca se sabe. demasiados excesos, casoplones, cochazos y tiendas de lujo en toodas partes.



Pero para mí Helsinki fue mucho más que eso. Fue dar más de ochenta abrazos gratis a desconocidos por la avenida principal. Fue bailar canciones brasileñas con Philip, Malena, Michelle y Hank en el centro de la plaza Kamppi. Fue subirnos al escenario de un cantante que no conociamos solo para la foto. Beber café y un bollo por diez céntimos. Hacernos amigos de la camarera de un bar y después invitarla a cenar. Fue subir a una planta 15 de un edificio privado para ver Helsinki sin pagar un mirador. Fue jugarnos 800 euros de multa por subirnos a una estatua en el centro de una plaza. Fue hacernos fotos con un grupo de monjas thailandesas en las escaleras de la Catedral de Helsinki.
La ciudad fue solo un plus a todo lo que disfruté.

My Helsinki. 🇫🇮🇫🇮
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